Sin la ayuda de los medios, probablemente no habría habido tantos muertos, tanto dolor.
Hamás y la Autoridad Palestina están jugando con fuego.
Es un ente profundamente corrompido por la israelofobia.
Ankara ha explotado exitosamente la crisis de los refugiados.
Para Hamás, los niños palestinos no deben ser educados en los derechos humanos y la no violencia, por ser algo contrario a su tradición y valores.
Se basa en la opresión interna y en la excitación del odio exterminador al vecino.
Deberían tener bien presente la máxima que previene: lo mejor es enemigo de lo bueno.
El ‘rais’ no busca la paz sino la aniquilación del Estado judío.
El problema son los palestinos, que siguen soñando con la erradicación de Israel.
La del liderazgo palestino es una historia de oportunidades perdidas para alcanzar la estadidad y la viabilidad económica.