En un marco nacional tan sólidamente establecido, las discrepancias, por muy broncas que puedan llegar a ser, no resultan perjudiciales.
Con todos sus defectos, y con o sin Netanyahu y con o sin reforma judicial, Israel sigue siendo un país libre.
Los israelíes deberían prestar atención a los acontecimientos que se están registrando en el país magrebí.
No es precisamente Netanyahu quien está poniendo en jaque el sistema.
La persecución de que están siendo objeto Netanyahu y Trump es harto peligrosa.
Inaudito ataque a una institución promotora de los derechos humanos.
«Boicotear a Israel es una cobardía y una vergüenza».
De nuevo, Israel y la indignación selectiva parecen ir juntos como la tostada y la mermelada.
El tremendamente controvertido Recep Tayyip Erdogan ya ha gobernado durante más tiempo que Atatürk.
En ambos países, la libertad no está ganando terreno, sino perdiéndolo.