La idea de Netanyahu de aplicar la soberanía israelí sobre el territorio es digna de encomio.
Las autoridades europeas parecen no entender que la principal preocupación de los israelíes es la seguridad.
Las relaciones Atenas-Jerusalén están en su mejor momento.
La Unión Europea ha tomado una decisión injusta para con Israel y perjudicial para los palestinos.
Veinte años después de Oslo, hay quien defiende que la solución al conflicto no es la coexistencia de dos Estados, sino la aniquilación de Israel.
El partido de Rabín y Peres ha sucumbido ante el fracaso de su proyecto estrella: los Acuerdos de Oslo.
Su partido, Likud, obtendría 32 escaños, dos más que en 2015.
Los líderes de la comunidad árabe israelí son una auténtica maldición… para su propia comunidad.
Las relaciones entre Jerusalén y Ankara vuelven al estado gélido.
Los escándalos no pasan factura a Netanyahu.