Es mejor que Hariri no renuncie a su legitimidad moral y política y se niegue a colaborar con terroristas y asesinos.
Bastaría con que Trump dejara hacer al Congreso de EEUU.
El País del Cedro no tiene la menor justificación para semejante animadversión.
Occidente ha dado la espalda a sus aliados, para regocijo de Irán y sus secuaces.
En el Líbano se agota el tiempo para alcanzar un compromiso que evite un vacío de poder.
Ya no es lo que pudiera haber sido. Es un simulacro de Estado, el patio trasero de Siria, la costa mediterránea de Irán, una guerra civil latente y otra candente.
Los cristianos serán decisivos en las elecciones libanesas… si pueden unirse en torno a un presidente y a una ley electoral.