Al perder protagonismo por defender perimidas ideas de izquierda, se encuentra en la paradoja de que debe moverse aún más a la izquierda para asegurar su supervivencia.
La brecha entre las dos mayores comunidades judías del mundo no hace más que agrandarse.
Avigdor Lieberman pretende presentarse como el político que por fin meterá en cintura a los haredíes.
El votante israelí, y especialmente el votante joven, es cada vez más derechas.
El ‘Jerusalem Post’ pide al primer ministro que conforme un Gobierno de unidad nacional con Benny Gantz y su partido Azul y Blanco.
‘Bibi’ sale muy reforzado de unas elecciones que se planteaban como un plebiscito sobre su figura.
Incardinó sus decisiones en el contexto de la historia judía, no de los ciclos electorales, algo que los políticos israelíes actuales no deberían olvidar.
«Nuestro partido formará un Gobierno de unidad que será nacionalista y sionista».
El partido de Rabín y Peres ha sucumbido ante el fracaso de su proyecto estrella: los Acuerdos de Oslo.
«Incluso los israelíes de izquierdas piensan que es hora de volver a ganar» (Ayelet Mitsch).