Las autoridades rumanas siguen sin desentrañar los misterios que envuelven la muerte de este influyente mulá caído en desgracia.
Por su implicación en la muerte del criminal Qasem Soleimani.
La muerte del capo terrorista iraní no hubiera entristecido al fiscal argentino.
Hay que redoblar los esfuerzos regionales para expulsar a Irán y sus peones de América Latina.
Irán y Hezbolá deben rendir cuentas de una vez por tan espantoso crimen.
La República Austral tiene el deber de hacer justicia en el caso AMIA. Caiga quien caiga.
No quiere pasar a la Historia como un traidor, pero puede que lo haga como un gran incompetente.
Recep Tayyip Erdogan está cada vez más paranoico y trastornado.
Sin el dinero iraní, el Partido de Dios no existiría o sería únicamente una narcomafia.
¿Cuándo sabremos quién lo mató y quién dio la orden?