Las condiciones laborales en países como Qatar son espantosas.
«Nosotros no tasamos el sufrimiento»: he aquí una frase clave.
Se llama Yehuda Miklaf, trabaja en Jerusalén, donde reside, y entre sus clientes se cuenta también el expresidente de Estados Unidos George W. Bush.
Hablan de antisionismo, pero es una mera coartada del fanatismo antijudío.
El relato palestino está irremisiblemente lastrado por el antisemitismo y el irredentismo.
La patraña del «apartheid israelí» fue pergeñada en Moscú durante la Guerra Fría y aventada incesantemente por una campaña soviética de propaganda.
“La gente que no me ama no merece vivir”, sentenció el coronel meses antes de su cruento final.
Los norteamericanos están pagando el haber ignorado las raíces religiosas del conflicto.
Una vez más, se demuestra que, para muchos, la israelofobia es más importante que el bienestar de los palestinos.
El excepcional ‘Guardián de las Murallas’ israelí En el Jerusalem Post, Yaakov Katz, aparte de someter a contraste los cambios registrados en Oriente Medio en los últimos tres lustros con la pútrida congelación en que viven los gazatíes, llama la atención sobre la formidable pericia desplegada por el Ejército israelí en su nueva campaña antiterrorista […]