Nada ilustra mejor la absoluta ineptitud mesoriental de Biden que la decisión de Arabia Saudí de forjar una alianza estratégica con China.
Lo quiera o no, debe decidir de qué lado está.
Ni EEUU ni la UE deberían creerse la postura prooccidental del presidente de Turquía.
Biden será responsable de un desastre estratégico colosal para Occidente.
Pekín, más que dispuesta a llenar el vacío que quiere dejar Washington.
Los mulás entregan su país al Imperio comunista del Centro.
Washington afronta la perspectiva de una grave escalada en las tensiones con Teherán.
De la mano de sus aliados talibanes e iraníes, Pekín se encuentra en disposición de heredar el rol de gran potencia en la zona.
Israel hace bien en querer tener las mejores relaciones posibles con Pekín, pero no a costa de sus lazos con EEUU.
Pekín se quiere llevar bien con todos los actores regionales… y postularse como mediador en toda suerte de conflictos.