Estamos no sólo ante una cobertura sesgada sino ante una desgracia moral.
Quienes están ansiosos por que Biden empiece a aumentar la presión sobre Netanyahu tienen poca memoria.
A quienes dicen estar preservando la democracia israelí pero no hacen más que boicotearla habría que dedicarles una mirada de desprecio.
A la mayoría no le gusta el nuevo Gobierno del Estado judío… que sigue mereciendo su apoyo frente a quienes se afanan en destruirlo.
En su intento de demonizar a Bibi, están infligiendo un daño potencialmente irreparable a Israel y al pueblo judío.
El partido del con casi total seguridad próximo primer ministro, Benjamín Netanyahu, se hizo con el 23% de los votos y 30 escaños.
El gran problema que los izquierdistas israelíes y sus simpatizantes americanos tienen con la democracia israelí es que su bando no gana las elecciones.
Bibi no cae tanto por las acciones de unos rivales malévolos o por factores externos como por sus propios defectos.
En un marco nacional tan sólidamente establecido, las discrepancias, por muy broncas que puedan llegar a ser, no resultan perjudiciales.
La exministra de Justicia, única mujer que encabeza un partido en el Estado judío.